Aguas Internas

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martes, 27 de septiembre de 2011

UN ENCUENTRO

Tantas historias como recuerdos a contar van a quedar en esa cajita que resulta ser la memoria. Hace meses me invitaban a participar en una Feria del Libro, si hace un par de años alguien me decía que esto podía ser realidad, hubiera estallado en risas.
Pero con el regreso ya no hay vuelta atrás, forme parte de una experiencia única, mi primera participación en una Feria, puede ser que con el tiempo vuelva a suceder, pero serán siguientes, la primera fue en Bella Vista, hermosa ciudad en la costa del río Paraná, en la provincia de Corrientes.
Fue la oportunidad de encontrarme rodeada de personas con experiencia, caminos transitados en el mágico mundo de las palabras, tal vez fui una de las de menor edad, pero si estoy segura, era una alumna privilegiada y con muchas ganas de aprender, intercambiar, y sobre todo conocer en que consiste esta vida de expresión y creatividad.
Ver esos hombre curtidos por las huellas del tiempo, que sin importar el momento decidieron dejar trascender sus recuerdos, sus historias, sus admiraciones, sus palabras vivas en el papel.
Así pude ser testigo directa del amor sensible entre esas encuadernaciones que llamamos libros, y esas caras tantas veces lejanas de quien por algún motivo se sento frente a un teclado, y comenzó a dar forma a su propia inspiración.
Cara a cara poder hablar con un ser con casi ochenta años vividos, que por un reconocimiento tuvo que sentarse frente a una computadora por vez primera, para poder escribir la historia de un vecino que sentia merecedor de su reconocimiento. Un hombre que ya no tiene cuerpo, que dejo sus huellas desde la política de su ciudad ascendiendo hasta un lugar en el Congreso Nacional.
Quién puede poner precio a esos minutos en los que hablamos sin intermediarios, sin distancias, y ver en sus manos el cuerpo del libro que con sus ochenta años con orgullosa modestia, lo podía sostener, cuidar, y compartirlo con esta visitante.
Que puedo decir de ese corazón pudo decir presente, atravesando un gran muro de silencio, ese propio cuerpo que desde hace años ya no le responde, pero la naturaleza es sabia, los dedos tiene vida, la fuente de inspiración intacta, y la modernidad colabora para que pueda ser escritora. El valor de la familia, es un ejemplo, esa voz en letanía era representada por su hermana, y una emocionada prima.
Me vencio la presentación del libro de un niño, que nos escribe a los que creemos ser adultos, en esas hojas encuentro sensibilidad, sueños, amor, desengaños, varios momentos fuera de tiempo, del tiempo que debería vivir un niño de doce años.
Si bien dejo fuera algunas historias, solo será por estas horas, ya que los relatos van y vienen conmigo.
Gracias por el encuentro, gracias por dejarme ser parte, gracias por escribir... pero por sobre todas las cosas no guardarse sus historias, y durante tres o cuatro días compartirlas conmigo...

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