Aguas Internas

Aguas Internas

martes, 26 de julio de 2011

ASIENTO 33

Pasadas las 21:30 logre encontrar el micro que me llevaría hasta la ciudad de Paso de los Libres, donde un amigo me estaba esperando.
Con la vagancia que me caracteriza no quise despachar el equipaje, asi que una vez ubicada la butaca reservada, intenté acomodar todo para poder viajar tranquila, pero nada entraba en ningún lugar mas allá de entre mis pies.
Por eso, comence a "rezar" para que nadie se sentara en el asiento de al lado, así con mis grandes dimensiones podía ubicarme cruzada, y ocupar los dos lugares.
Gracias al cielo, alguna estrella se apiado, y viaje sola, con lo cual las comodidades fueron dobles, baje el apoya piernas y me cruce como si estuviera en una cama de dos plazas, aunque un poco torcida.
Prendi el mp3, recibí la bandejita miserable que me entregaron con dos galletas y una barrita de cereal. Era algo sabido que tendría que controlar al lagarto que vive en mi panza, cuando a la madrugada comenzara a reclamar, ya que lo habia pensado pero no lo habia hecho, lo unico que no llevaba conmigo era algo para comer.
Asi que racionalice lo que la bandeja traia, total iban a ser unas simples nueve horas, y las pensaba dormir. Luego de una demora en la salida, por fin el vehículo se puso en marcha, y el asiento de al lado se habia convertido en el deposito de mis abrigos, la mochila, y mis piernas atravesadas. La película comenzo a transmitirse por esos pequeños televisores, pero no me llamo la atención, mi cabeza estaba viajando al compás de la música que habia elegido como compañera, hasta donde las pilas dijeran basta.
Solo soñaba despierta con encontrar el abrazo del aire puro, lejos de los gases tóxicos de la ciudad porteña. Sabía que era una semana especial, sobre todo por el cumpleaños del abuelo, pero esta vez no iba a recorrer tantos kilómetros por un par de horas, a la vuelta vería como solucionaba mi ausencia emotiva.
El sonido del silencio y la oscuridad del campo, eran el escenario mágico para dejar volar la imaginación y las sensaciones. Aunque en algún lugar de mi ser, miraba y trataba de imaginar como sería poder encontrar una cara especial que me acompañara, no era una cara cualquiera, sino una real.
Igual, no era impedimento para no viajar con mi cuerpo hacia un lugar nuevo. Si estamos solas... solas viajamos.
En los asientos de atras me acompañaban dos enormes negros, que hablaban un idioma desconocido, una señora con una nena que durante toda la noche prendian las luces, al costado un muchacho que también iba acompañado por su propia musica, hasta que se sento un gaucho que duro poco en ese asiento no pudo soportar llevar su bolso sin despachar, y cuando estuvo seguro que ya nadie mas subiria cambio su cuerpo de lugar y se sento junto a una señora.
Delante mio viajaba una pareja, el muchacho se estiraba inutilmente, ya que el asiento tenia un limite de reclinacion, además mi valija tampoco le dejaba vencerlo, asi que solo resultaba molesto porque parecía que sus brazos al juntarse hacia atrás se me venian encima y su mirada buscaba ampliar el lugar.
Ojala aprenda que en un micro el espacio es limitado. Por suerte para mi nunca fue algo que me moleste, simplemente cierro los ojos y me entrego al vaiven sutil del andar sereno. Aunque por momentos algun sobresalto me reacomode, fue notable la diferencia en el cambio del chofer, uno nos llevaba con un suave andar, el otro resulto tosco y ondulante.
No era por la ruta en si, ya que los pozos estuvieron durante casi todo el trayecto, debo admitir que algo no cambia mas, si las cosas no se mantienen el tiempo las deteriora, y resultan ser lo mas peligroso sobre todo cuando de caminos transitados estamos hablando, y no una simple metafora, es una ruta camionera, de transito pesado, une las provincias litoraleñas con los paises hermanos.
Pero en el país en el que primero las cosas suceden y después pensamos, esto es parte del vivir cotidiano, triste, lamentable, e historico.
Pero volvamos a mi viaje... las horas iban pasando, el destino cada vez mas cerca. Tranquila, y con una ansiedad alegre me preparaba para encontrarme con ese amigo que sin importar las distancias es mi consejero, confidente, y compañero sin inmportar el tiempo.
A las seis de la mañana me avisa que ya estaba esperandome, que cuando llegara le mandara un mensaje porque se habia recostado en su camioneta, no lo podía creer, todavia faltaba una hora y el Vampi Correntino ya estaba en la terminal.
Todavía me rodeaba el verde campo, y un amanecer lejano... pero Paso de los Libres cada vez estaba mas cerca. Y por fin juntaría mis pertenencias y abandonaría ese asiento 33.

No hay comentarios:

Publicar un comentario