Aguas Internas

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martes, 10 de agosto de 2010

UNA PARTECITA...

Cuando camino por las calles de esta gran ciudad, todo tipo de expresiones deshumanizadas se presentan. Se huele la falta de paciencia, cómo nos acostumbramos a la despiadada marginalidad, esas caritas sucias son, una muestra cruel y real, una dura parte del paisaje.
Cuando el tiempo me permite detener la marcha, miro, observo, veo, tanto ir y venir, como autómatas anónimos se cruzan, se atropellan, simplemente caminan; son tantos cuerpos que avanzan, sin edades precisas sus caras no muestran ni una sonrisa.
Hasta que, siempre, el loco hace de las suyas, y un destello muestra rasgos de vida, algún ser pasa cantando, cuando no, hablando consigo. Les llamamos "in-adaptados", fuera de la "normalidad"; pero, algunos solo viven en su mundo, un espacio como cualquier otro.
En la tarea de conseguir dinero, tengo que cumplir la función de vender en un local, ubicado en una avenida, y la forma del trabajo hace que pase horas intercambiando saludos, palabras, comparto el espacio con tantos seres, que, simplemente, van y vienen.
Es maravilloso ver, cuando dejan que una trabaje, la confianza que depositan al ofrecerles mi ayuda. Muchos huyen, ante el simple saludo. Otros siguen con su música, o hablando por sus celulares. Pero, también se encuentran esas almas que ante sus ojos no logran encontrar lo que buscan.
Es el momento en que entramos en acción las personas que atendemos el local, con paciencia y la habilidad de escuchar lo que la personas buscan, les ofrecemos alternativas creativas, cuando lo especifico no esta en oferta.
Ante una mochila con ruedas, la valija tamaño pequeño es una buena idea. La experiencia, va dejando sus huellas y con cada día del largo aprendizaje, que es la atención al público, la capacidad de encontrar alternativas es casi esencial.
Una de mis diversiones en el trabajo, es ser un maniquí viviente, siempre algún producto lo expongo en mi cuerpo. Gorros, pañuelos, bufandas, los otros días trajeron unos cuellos gigantes, son como un tubo que cubre del frío; hablando con mis compañeros, estábamos viendo su utilidad, ya que es bastante largo para cubrir solo el cuello.
Y alguien se lo puso incluyendo la cabeza, y me encantó. A partir de ese momento, tome uno que paso a formar parte del "uniforme" personal, y con seudo look árabe, al cubrir mi cabeza, me puse a atender el local.
Es parte de mi ser, prestarme a ese juego, una forma de hacer más amena la jornada, y sobre todo termina siendo una estrategia de venta.
Cuando lo ven puesto, y en uso, no solamente de forma rígida en una vidriera, las mujeres se muestran más interesadas. Preparando un viaje a la fría Patagónia, una pareja integrada por un argentino y una brasilera, entraron al local buscando gorras abrigadas para cubrir sus cabezas.
Era una solución lógica, es lo típico que vendemos, los deje tranquilos para que buscaran, se probaran, hasta llegarán a dudar, y casi desistir de alguna compra; pero una sabe cuando entrar en acción, sobre todo si la primera reacción era, una supuesta decisión firme sobre lo que querían, aunque no iba a dejar que luego de casi una hora de ir y venir, se fueran con las manos vacías.
Así que, llegado el momento, mire a la mujer, y le dije "¿por qué no te probas el cuello gigante que llevo puesto? es algo que te cubre en forma cerrada, cuello y cabeza, sin dejar que pase el frío"; la cara de la brasilera se iluminó, y cambió su rostro de desilusión, por una sonrisa. No solo le encontré una alternativa, sino que encima quería el mismo color que yo exhibía. Al hombre, que era menos llamativo, la solución le llegó con dos cuellitos de polar comunes, uno para usar como gorro, y el otro para el cuello, por supuesto que la recomendación fue que llevaran uno para cada integrante como complemento.
La acción hace a la vida, pero al conocernos podemos usarla en forma positiva, sin llegar a atropellar al otro, ese ser que merece nuestro respeto. Cada uno tiene sus tiempos, reconocerlo es una evolución aplicable, no una simple frase.
En este camino que voy recorriendo, primero tuve que aprender a encontrar mis propios momentos, sólo así voy logrando la integración de la paciencia en el arte de vender...
...en el Arte de Vivir.

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