Aguas Internas

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sábado, 28 de agosto de 2010

SALIDA...

Hacia mucho tiempo que no nos veíamos, aunque nuestra amistad estaba intacta, por motivos diferentes durante once años fuimos por caminos distintos.
Pero otra vez, estabamos una frente a la otra, como cuando eramos chicas, contandonos en las horas que compartimos un café casi todo lo que nos habia pasado.
Es una amistad, en la que con una mirada ya se sabe que algo pasa. "Nena, ¿sabes donde quiero ir?, y no conseguí alguien que me hiciera pata por ahora", si era un cabaret para mujeres... con una sonrisa de oreja a oreja, me dijo "¡acá estoy!".
No compartíamos una salida nocturna desde los catorce años aproximadamente, y en general eramos complementarias, ella de noche, yo de día. Por eso eramos amigas, además de la contención y la confianza que siempre nos tuvimos, compartimos muy malos momentos, duros, también los mas inocentes y felices.
Casamiento, nacimiento, noviazgos, peleas, locuras de suicidios, pero siempre juntas. Una sabía que la otra estaba, y aunque el silencio nos distancio, no pudo con esa fuerza del corazón llamada hermanas del corazón.
Pero la vida nos volvía a reencontrar, sin parejas, libres, y en otro momento especial de la vida de cada una, así que comenzamos el plan de retomar el contacto con la noche.
Que mejor debut que irnos solas, a un cabaret, donde el regocijo de nuestros ojos, y el destape del cuerpo eran nuestras cómplices compañeras.
Esa semana, para no hacer todo de color rojo pasión, me engripe, pero la decisión estaba tomada, nada impediría esa noche de viernes. Que durante el día se presento, frío, lluvioso, horrible. Igual, no había vuelta atrás, la reserva de la mesa cuatro en la primer fila ya estaba paga.
Al tener que pensar en una salida especial, me di cuenta que en mi ropero no había muchas alternativas para la noche, de urgencia me tuve que equipar en pocas horas. Botas con taco, calzas negras (puro comodín), y una remera blanca muy a la moda, mas bien, casi un vestidito.
Con la producción debida, en realidad, muy poco make up, un poco de color en los ojos y en la boca, a la hora convenida nos encontramos, y nos trasladamos en un transporte público, ya la primer sorpresa fue al descender, dos criaturas comenzaron a invitarnos a salir, pero nada ni nadie iba a lograr que cambiáramos de planes, esos cuerpos desnudos y sensuales eran nuestro espectáculo. Sumado, y no con menor importancia, que teníamos incluida en la entrada pizza libre, cosa que me movilizaba mucho.
Con la insistencia de sus locas edades nos acompañaron durante toda la cuadra, y los despedimos en la esquina. Con una sonrisa de oreja a oreja, nos acercábamos al lugar, pero era por el estado de sorpresa que nos venia acompañando. 
Cuando estábamos a unos metros, no pude con mi genio, y descubrí una cara que me parecía conocida, no podía creer que lejos de la sección donde me suelo desplazar, me fuera a encontrar con un ser que a la distancia distinguía. Igual nada iba a desviar la alegría de estar compartiendo esa salida con esa hermana querida.
Como buenas ovejitas, se fue formando la fila. Y llegó el momento de entrar, previa presentación de la tarjeta de crédito, firma del ticket, y adentro...
Si, al cruzar la cortina negra, un salón acondicionado nos esperaba, como decirlo, no importa si eran inflados o puro ejercicio, ya daba todo igual, dos seres impecablemente musculosos nos recibieron.
El morocho enredando su mano en la chalina de mi amiga, mientras el otro nos preguntaba "Cumpleaños, despedida de soltera, festejo de separación...", creo que un poco mas la lista siguió yo ya no prestaba atención a sus palabras, a todo le dije NOOO, habíamos ido porque queríamos, se ve que no suele ser lo habitual, jajajajaja.
Ok si hay que tener un motivo, lo teníamos festejábamos volver a vernos después de once años.
Fila uno, mesa cuatro, el morocho nos llevo de la mano... "un gancia y una cerveza por favor"... y las primeras porciones de pizza... así comenzaba la noche... y una nueva historias de salidas.

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