Aguas Internas

Aguas Internas

miércoles, 25 de agosto de 2010

ENTRE CUERPOS

Era como una mañana más, el sol acompañaba con sus cálidos brazos los pasos del joven caballero, quien sabía que con cada paso la distancia se acortaba.
La noche anterior había decidido que iba a ser una jornada diferente. Al tiempo que se acercaba, con cada inspiración, lograba llenar de coraje sus pulmones; una fuerza incontrolable iba dando forma al volcán que brotaba de su vivo corazón.
Su mirada se perdía en una silueta, brillante, dulce como el néctar de la flor mas bella. Tan alegre como misteriosa, magnética, era la mujer de sus sueños.
Sin él saberlo, ella sangraba en su interior, tenía una enorme herida abierta. Era una mujer aterrorizada de la vida. Noche a noche, sus lágrimas intensas, resistentes al fluir, sufría un dolor que la desgarraba, le atravesaba el pecho. Le temía al amor.
Con cada luz del día, se disfrazaba y alegraba su vida, pero sabía de ese sentimiento, ese abismo paralizante que al pensar, al mirar, a esos ojos negros, sentía morir su deseo de simplemente sonreír sin sufrir.
Estaba quebrada, lo veía, lo deseaba, quería poder acercarse, pero su garganta se cerraba.
Ella, no sabía, que del otro lado habían decidido, que esa mañana iba a ser distinta.
Los polos se acercaron, y el milagro sucedió.

-Hola, mi nombre es Ángel.- y ante la mirada sorprendida de ella, vuelve a repetir- Soy tú Ángel...- le regaló la mas dulces de las sonrisas, y sin esperar respuesta siguió su camino.

Ella giro su cabeza, perdiendo su mirada en esa espalda, que al cruzar la calle la miro. La barrera del silencio se había levantado.
Sin volver a verse, sus caras iluminadas y sonrientes perduraron durante ese día, algo había cambiado, esos dos cuerpos solitarios y misteriosos, sabían que la flecha había sido lanzada, y los atravesó, que el mañana llegaría, y esos ojos negros ya no le pertenecían a un simple cuerpo.
Eran los ojos de Ángel, ese joven caballero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario