Aguas Internas

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martes, 21 de julio de 2009

SEIS MINUTOS

La vida es un disparador continuo de historias, cada charla compartida puede ayudarnos a escribirlas.
Hace un tiempo mientras daba una vuelta manzana me cruce con un muchacho conocido, y siempre nos surgen temas de conversación de variedad asombrosa, aunque lo picaresco siempre nos ronda.
Era una tarde en la cual tenia un cansancio particular, y él lo notó, entonces la conversación giró entorno a la intimidad, no se por qué hablé del tiempo, de una llamativa duración, y la cara se le transformó.
Cuanto habra de cierto en mis palabras, y cuanto será mentira de las suyas, pero no tiene mucha importancia, nuestras risas picaronas eran un codigo propio de nuestras charlas.
Pasó un tiempo y un dato me quedó dando vueltas en la cabeza, y la imaginación comenzó a escribir la siguiente historia...

Noche fría, cielo estrallado, por fien ellos coincidieron sus momentos. Luego de varios desencuentros, ahí estaban los dos con sus cuerpos. Uno junto al otro.
El fuego que se fue encendiendo lentamente, esa noche estaba fuera de control. Todo era pasión, sus perfumes olían a sexo.
Ella era unos años mayor que él, pero estaba dispuesta a la entrega. Tantas noches soñó despierta, y ahora la realidad la encontraba en sus brazos.
Con cada beso, cada caricia, las respiraciones eran más intensas; ella con dulzura acariciaba su pelo negro enrulado mientras con sus labios recorría la piel de su cara; él cerrando sus ojos la sentía y la deseaba.
La habitación combinaba el aroma a jazmín que despedía el hornito para escecias, intencionalmente encendido, con la luz ideal que entraba por la ventana, que les permitía ir descubriendo sus siluetas.
Los dos liberaban el aire de sus pulmones, completamente sintonizados, por sus bocas entreabiertas, mientras sus labios rosaban sus pieles.
Ella observaba el cuerpo de su joven compañero, y con movimientos suaves le desabrocha cada botón de esa camisa que dejaba imaginar un trabajo corporal excitante.
Cada segundo pasaba muy lento, y a la vez, era disfrutado muy intensamente. El tiempo era de ellos, y parecía que podían controlarlo, casi detenerlo.
Sin dudarlo ella tomo el control de la situación, un tic tac interno fue marcando el ritmo; él la olía, vibraba, la sentía y dejaba que ella jugara. Dejó que todo pasara.
Le gustaba abrir sus ojos y verla, luminosa, radiante y sedienta, no había competencia, simplemente puro placer.
Ella con su respiración, fue recorriendo en descenso sobre su cuerpo, estremecido, completamente excitado.
Sus cuerpo hablaban, no había necesidad de palabras, sí, muchas miradas, algunas risitas picaronas, complicidad y confianza, eran sus aliados.
Le quitó los pantalones, y... "¡Oh, que linda sos!, sí". Y en un suspiro todo acabó.
Solo habían pasado seis minutos, y ella completamente vestida.

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