Aguas Internas

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domingo, 15 de febrero de 2009

COSITAS GUARDADAS

Una vez puesto en marcha el proceso de autoconocimiento, y viendo que cosas hay guardadas, se las limpia para sacarles el polvo, la tierra que tienen, y ahí se puede ver de que se trata, cuando una hace ese trabajo, ya está no hay retorno.
Ver, darse cuenta de algunos archivos viejitos, olvidados, perdidos en la oscuridad, a veces producen algún tipo de malestar. Pero, ya se llegó a la parte de una, y se trajo a la consciencia cosas, pensamientos, vivencias que en el presente lastiman, o más bien, muestran, me señalan heridas, que andan sangrando.
En principio me dio una sensación de temor, me produjo la invasión de una angustia profunda. Todo formó parte de lo mismo. No había retorno. Hay que ponerse los guantes, y limpiar, desinfectar, para así después poder curar. Luego se ordena un poco, y lo que no sirve se tira, y listo.
¡Qué lindo y fácil suena! ¡Qué difícil es hacerlo realidad!
Los términos afrodisíacos y uniformes juntos en mis elecciones de placer, me movió toda la estructura. Ya venía pensando en esa mezcla, alternativa, pero leerla, verla, hizo que ya no pueda resistir más.
Ya no puedo negar que siento admiración por los uniformes, hasta creo que me atraen muchisimo, me fascinan.
Hace unas semanas atrás, salí a dar la vuelta con Floppy, y unos metros adelante lo vi. Fue algo raro, no entendí lo que le pasaba, iba en dirección hacia la avenida, igual que nosotras, pero de golpe se dio vuelta, ahí corroboré que era él, se detuvo, retrocedió, miraba a las fachadas de los edificios de la cuadra, era como si buscara algo. No entendía que era lo que hacia, pensé en un momento que me iba a saludar, después tuve la sensación de que no me había visto.
La cuestión, es que de golpe se dio vuelta, y siguió su marcha, justo me encontré con una vecina, y nos pusimos a charlar, así que lo perdí de vista, cuando mire para esa dirección ya se había ido, estaba a más de una cuadra.
Pero algo me pasó, no pare de pensar, es más, cuando iba camino a uno de los cursos que estoy haciendo, un sentimiento de angustia, miedo, un cocktel de sensaciones y emociones me desequilibraron al ir brotando en mi.
No lo pude evitar, tengo la sensación de iluminar algo, no se bien que es, y de esta manera ver lo que hay en mi oscuridad.
Estoy, en algo que podría llamar, proceso de renovación mental, y no es nada fácil, por momentos me angustia, en otros duele. Algunas veces siento que voy a la deriva, aunque la falta de rumbo, en mi nos es falta de límites. No logro romper del todo mis estructuras.
Recuerdo que de chica, o sea, hace poco tiempo atrás, pensaba y lo decía siempre, que no viajaba en colectivo porque no podía entregarle mi vida a un potencial asesino al volante. Veía al colectivo como una enorme arma, y al chofer como posible asesino, un criminal con registro. Mientras pude sostener este pensamiento, casi siempre viaje en subte. Encima en esa época, los colectivos tenían ese maldito timbre arriba de la puerta, claro que no llegaba para tocarlo, una vez tuve que viajar sola y le pedí a un hombre que lo tocara por mi. Las puertas, que tema, iban siempre abiertas, por eso entre el timbre que no alcanzaba, para agarrarme solo lo podía hacer del asiento, ya que los parantes están casi en el techo, no eran mi medio de transporte para nada.
Recién fui pasajera con mayor regularidad, cuando salí del colegio secundario, no tenía subte que me llevara a Ciudad Universitaria. Así que, mientras pude resistí, no los use, como ya dije, salvo ante alguna necesidad y por falta de alternativas. Casi siempre viajaba acompañada, sola en subte o caminando, muy poco bondi.
Cómo lo supere, rompí semejante estructura, prejuicio o como se llame. Fue muy simple y sencillo, estuve en pareja con chofer de transporte público de pasajeros, o sea un colectivero, durante casi 9 años. el colectivo se transformó en el living de casa. Fui sumando horas de bondi al por mayor. Pero, ojo, conociendo ese mundo por dentro, algunas ideas las sigo sosteniendo, aunque más humanizadas, es más diría con algo de cariño. Acá encuentro el primer uniforme que me hizo superar, romper barreras internas.
Es más, luego de leer en una enorme librería de la ciudad, que los uniformes son un afrodicíaco para los nativos de capricornio, no pude dejar de recordar que al poco tiempo de separarme, el único desafio que me propuse fue recibir una simple mirada, o tal vez un sencillo "hola" de parte de un policía, no hace falta aclarar que el único requisito era que tenía que tener el "uniforme" puesto, jajajaja.

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