Aguas Internas

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jueves, 26 de febrero de 2009

HUMEDECER LA VIDA

¿Cuándo se secó mi río emocional? ¿Puede ser que sufra una sequía interna? ¿Qué puede estar impidiendo a mis lágrimas salir? Tengo ganas de llorar, pero en estos momentos no puedo, y no entiendo el por qué.
Estaba esperando que llegue la hora para mi primer sesión de diván. Siempre hay una primera vez para todo. Primeras palabras, comidas, salidas, imágenes, caricias, lágrimas; no podemos evitar ni eludir los distintos comienzos.
Llegué a la sesión con una gran angustia que desde hace unas semanas me acompaña, va conmigo a todos lados, aunque tengo que ser sincera, igualmente no impidió que hiciera mi vida, y que de determinados momentos agradables, los viva y disfrute.
Una vez dentro, del edificio, tome la desición de subir los ocho pisos por la escalera, es que el ascensor es hermético, aunque nunca tuve problemas en usarlo, las última vez sentí que no aguantaba dentro, es más en aquella oportunidad para salir baje por la escalera. Sólo que este día el termómetro llegó a los casi 41º de sensación térmica, y se ve que se me calentaron los tornillos, una locura total, igual los subí. Es que no me anime a enfrentar esa caja de metal.
Cuando nos encontramos, enseguida me marco el sillón, y luego de descalzarme me recosté en él. Le dije que estaba angustiada, que tenía una sensación de pozo profundo, es más me doy cuenta que hay momentos en que camino mirando al piso, es como si llevara un enorme peso encima. No encontré en mi archivo palabras que expliquen el por qué.
Mientras hablaba, me dí cuenta que después de treinta años, una excelente experiencia de pareja trunca, iba a vivir sola con mis padres casi por primera vez. Mi hermano menor se muda.
Hasta ese instante que lo dije no me había dado cuenta, si bien sabía que era una realidad próxima, no pensé en mi propio movimiento interno ante ese cambio externo.
Las primeras lágrimas se liberaron al recordar, el juicio por violación, en el cual mi viejo defendía a una de las víctimas, ahí sentí un nudo en mi garganta. Pero fueron pocas las lágrimas.
Hasta que unos días después, escribiendo en la compu lo que yo llamo "mi libro", pude hacer fluir un buen caudal de lágrimas.
La noche anterior había estado escribiendo sobre mi infancia, y antes de acostarme deje avanzada mi adolescencia, es más corte mis relatos en la voladura de la A.M.I.A., y desde ahí arranque ese día mojado.
No era casualidad, esa mañana arranque desde ahí, lo que significaba recordar esos día duros y difíciles, era enfrentarme con la muerte de una amiga.
Tuve que volver a ese invierno del ´94, a esas vacaciones en Mendoza. Volvió a mi memoria, la forma en que me enteré que mi amiga y compañera estaba dentro del listado de personas desaparecidas, el cual leí totalmente confiada y tranquila, ya que no había posibilidad de encontrar un nombre conocido. Eso creí ingenuamente.
Pero no fue así, de manera inesperada me choque con ese apellido no lejano y el nombre, primero, de la hermana de esta amiga. Dolorosamente cerca leí el nombre de la Colo, también. Uno al lado del otro.
A mi, después de tantos años, volvió el recuerdo de la sensación paralizante que me invadió, era como que todo se había parado, nada avanzó por unos instantes. No podía creer lo que tenía delante de mis ojos, que hacía la Colo en la mutual, a qué había ido. Por qué estaba a esa hora ahí. Por qué era tan cabeza dura, y no había querido volver a curzar cuarto año ya que se había quedado con tres materias, la realidad me dijo, que era posible que un edificio se le hubiera caído encima.
Luego del primer golpe, tardé pero reaccioné y llamé a Buenos Aires, al Morocho, y lo primero que le pregunté ¿es nuestra Colo?, y me confirmó.
No podía ser, era algo increíble, teníamos diecisiete años nada más, le pregunte si necesitaban que volviera antes, si podía hacer algo, me dijo que no, que me quedara hasta el día que tenía los pasajes, mis compañeros que estaban en la ciudad no podían hacer nada, tampoco yo.
A partir de ahí casi no recuerdo los días, hasta esa mañana, la siguiente a mi regreso, me levanté y estaba bajo la ducha, cuando sonó el teléfono, me avisan que habían encontrado el cuerpo de la Colo, y me quebré bajo el agua, llorando como una nena, sola.
No era la primera muerte en mi vida, pero si la mas dura. Hoy todavía me genera angustia el recuerdo de esos momentos.
Por fin, las lágrimas salieron, era hora que me conectara con algo emotivo. La vida sigue y seguirá, todo esto forma parte de mi vida, todo esto soy yo. Ayer y hoy.

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